Por Nelly Palafox
Flores en la herida: relatos de personas encarceladas, editados por Daniela Armijo
“Estoy escribiendo y esa es mi manera de llorar”
José Revueltas
Alberto Manguel nos recuerda que no leemos libros, los habitamos. Sus líneas negras y ordenadas configuran un hogar, un refugio tanto para los autores como para los lectores. Tal es el caso de la entrañable obra Flores en la herida: relatos de personas encarceladas. Cuatro cuentos escritos por mujeres y ocho por hombres en situación de cárcel. Palabra en diálogo con los espléndidos dibujos de Carmen Irene Gutiérrez Romero. Cada relato va acompañado de una imagen que también se puede leer enriquecida por las letras.
Una vez adentro de la casa que conforman sus palabras es posible morir a navajazos, por una botella rota en legítima defensa, a causa de la presión de la almohada sobre el rostro del pedófilo, llegar entonces a la cárcel y tener la capacidad para sonreír en el infierno; pelear, golpear más fuerte, seguir golpeando y al final tener el impulso de vivir.
El dedicado y persistente trabajo de Daniela Armijo en el seminario de cuento del Centro de Reinserción Social de Chetumal nos dice a cada vuelta de página “ellos y ellas importan”. Sus voces son necesarias. No queremos escuchar a alguien que hable por ellos, queremos escucharlos en el desarrollo de una vocación literaria. Este trabajo proviene de la lectura y la escritura acompañadas por el generoso oficio de la tallerista quien los condujo al territorio de la corrección con pericia y talento. No conocemos las versiones que preceden a esta obra, las consideramos valiosas por la ventana de libertad que suponen en un espacio confinado. Leemos los cuentos crudos y enternecedores de las voces femeninas como quien escucha una sucesión de acontecimientos desafortunados: “Nikita”, “Una historia real”, “La nueva” y “Gracias, papá” son ejemplos de una prosa potente y trabajada. Es difícil soltar la lectura una vez que se ha comenzado, a la manera de una novela policiaca los hechos se construyen con frases cautivadoras y dolorosas. Una tensión en la línea narrativa que parece decirnos: escribimos para no llorar o lloramos al escribir. Si uno recuerda que los relatos provienen de biografías marcadas por el infortunio tiende a preguntarse, ¿dónde estaban la sociedad y la justicia mientras estas mujeres sufrían abusos de todos los órdenes? ¿Dónde estábamos cada uno de nosotros mientras ellas caían en una red que se transformó en cárcel?
En el territorio habitado por las voces de los hombres hay historias tejidas por la esperanza, el amor y la reivindicación. Descubrimos a autores con oficio para la escritura; deseamos que sigan contando historias por el simple hecho de contarlas. Deseamos habitar sus casas porque son experiencias de lecturas indelebles. Habitamos este libro además de leerlo para quedarnos en sus líneas como ellas a partir de ahora habitarán nuestra memoria y nuestros recuerdos.
Celebro la edición de Daniela Armijo como quien ha recibido un abrazo cálido. Ojalá que los autores también puedan leerse en este espejo de tinta como quien vuelve al hogar: distinto y renovado. Que el tiempo que les falta por cumplir en la cárcel se adelgace en la escritura y la lectura de nuevas y numerosas historias. Que cada nuevo cuento les regale una bocanada de aire fresco. Que sus cuerpos acomodados en las planchas sigan imaginando el siguiente cuento, siempre el próximo, para seguir deshojando nuevas Flores en la herida.
Ficha técnica:
Flores en la herida: relatos de personas encarceladas
Compilación y edición: Daniela Armijo
Varios autores
2020
Edición independiente apoyada por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Descarga el libro en:
https://drive.google.com/file/d/1YtxICrOtDg9utERDVY3bodbxbpFzfmxx/view