El Verano y sus implicaciones.
Por: Miguel Hernández Bonilla
La separación del hombre entre actor y espectador
es el hecho central de nuestro tiempo.
“The lords”, Jim Morrison
Por ser este el momento en el que manifiesto ocasiones de escritura que hablen de mi y de lo que mis sentidos logran percibir, me es grato desfogar algunos sentires producto de la suma de recepciones sensitivas que nuestro cuerpo, (Al menos en mi caso)tanto que logran capturar cosas asombrosas. Sobre todo, cuando se logra vivir a la hora de aprehender, alejados y desprendidos del prejuicio. Es así este momento, en mis oídos dicta Nach algunas premisas producto de mi propia hermenéutica[1], y no por tal origen deban carecer de credibilidad. Pues dentro de todos aquellos procesos psicológicos presentes en algunas personalidades, existen miembros que logran canalizar sus sensaciones hasta convertirlas en palabras, mismas que adquieren su sentido en consecuencia de su propia historia y que impacta la colectividad del pensamiento humano.
Noto que los cuestionamientos acerca del hombre y sus enigmas es de los puntos que dan pauta a las distintas investigaciones en diferentes épocas históricas y son el punto de partida en muchos de mis textos, al menos, eso es lo que creo. Al menos eso habré intentado. Hacernos esta clase de preguntas nos puede hacer recorrer la vida en círculos, ciertamente. Pero en otra posibilidad; podría ofrecer un horizonte de posibilidades, mismas que nos pueden proveer la revelación que nos permita pues, darnos con urgencia a la labor de opinar acerca de las cosas que se viven. Se concretamente que no soy tan distinto al vecino, o a un amigo, un hermano, o los llamados enemigos. Todos poseemos una circunstancia con coincidencias generacionales[2] similares, desde un lugar de origen, hasta un régimen político o económico. Nada puede evitar que un hombre sea igual a otro hombre. No hablemos de cualidades, tampoco de rasgos de personalidad, tan solo enfoquemos toda atención en pensar al hombre como un sobreviviente de sí mismo, en el afán de demostrar su poderío por la fuerza, va arrasando con todo en su marcha. Todos vamos en desenfreno.
Max Demian contribuye en gran medida para ejemplificarme de algún modo, y de forma detallada cómo se va dando esta desenfrenada carrera por el afanar poder, de razón, de impacto, tecnocrático, político, y de sometimiento. En la actualidad encuentro muchas carencias dentro de mi carrera vital, aun no me siento con la astucia ni con el acervo lingüístico para explicar ciertos aspectos que se manifiestan al interior de mi mente. Del mismo modo ubico diferentes fugas dentro mi aprender filosófico, siento como carece de valor social, carece pues, de humanismo. Se me crítica, sin antes criticarse a sí mismos la apatía hacía la realidad, yendo y viniendo en el tiempo con su porvenir. Escasas son las personas que hayan un gran placer y apreciación del brebaje que puede obtenerse del loable oficio de la lectura voluntaria, es decir, evocación por el conocimiento de la vida. Ellos, (los lectores asidos) podrán comprender, cómo mueve a realizar grandes cosas en la sociedad después de haber leído algún cuento de Garrido, conocer la ética como amor propio que impartió Savater, Bartolomé De las casas y su lucha por los derechos humanos en las Américas o, mi encuentro personal con Octavio Paz, la excitación de poder gozar ensimismarme después de haber culminado una obra de Herman Hesse y todos los grandes textos y obras, que por la espontaneidad de mi redacción estoy pasando por alto, pero también llegaron a mí, en este periodo vacacional de “santa” y profunda reflexión. ¿Será que por eso muchos no gustan de leer? Han de pensar que en vacaciones las ideas se deben perder en el fondo de la mar. Julio es regalado y quizá sea por eso encuentren apatía y pereza mental ante la labor reflexiva o al leer algo que les recuerda que su abuso de la estulticia es un cáncer en el tercer milenio. No muchos individuos hallan convicción por cambiar de actitud, otros mueren sin saber que esos cambios son posibles. Tampoco, muchos encuentran sentido en el estudio de lo cotidiano o la observación de su historia, que también, es manifestación de ideas y está estrechamente ligada con la experiencia humana y su identidad.
En este texto pues, no solo comparto sensaciones propias u opiniones vagas respecto a cualquier tema, me he referido, a groso modo de sugerencia para todo aquel que lea y escuche estas líneas, comprenda, que no podemos seguir devaluando el sentido que implica ser hombre, pensar, razonar, crear, y sobre todo, procrear lazos colectivos y fraternos que nos ubiquen como sujetos individuales dentro de una realidad letrada y con más imágenes que sirvan de herramientas para la construcción de una equitativa virtud humana y ante todo, de una gran ciencia humana en la que ningún hombre o mujer con corazón latiente y razón lingüística quede fuera.
Gracias.
[1] La interpretación lingüística es la forma de la interpretación en general. Por lo tanto, se da también allí donde lo que hay que interpretar no es de naturaleza lingüística, no es un texto, sino, por ejemplo un cuadro o una obra musical (Hans-Georg Gadamer. (1984). Verdad y método Fundamentos de una hermenéutica filosofica. salamanca: sigueme.)
[2] Aspectos humanos que se han ido heredando Diacrónicamente y que subsisten con la idiosincrasia social.